
Yo tenía muy integrado al comienzo de mi maternidad que
ofrecer el chupete no era recomendable sobre todo antes de los dos meses y mantenerlo más allá del año.
Nunca supe si mi hijo no cogió el chupe por la poca fé con la que se lo ofrecía o porque realmente lo rechazaba porque no le gustaba nada. Pero lo intenté. ¿Por qué lo intenté?
Habían pasado los dos famosos meses, en determinados momentos era evidente que sólo quería chupar y no era hambre: la noche, en los despertares. Hablaba con otras mamis que habían tenido sus hijos a la vez que el mío y ellas parecían haber resuelto algún despertar u hora bruja con el chupete. Por eso lo intenté. Y qué lejos lo lanzaba mi chiquitajo, oiga.
Total que ahora alguien muy cercano a mí ha tenido un bebé y con apenas 5 días
ya le han puesto el chupete. Desoyendo las recomendaciones de evitarlo. El mecanismo de un chupete, algo que, en todo jocoso,
algún blog comenta, no es tan sencillo.
Primero busqué, preocupada, lo confieso, por qué era tan perjudicial el chupete. Con esto me encontré estudios que defendían que no lo era y estudios que alertaban que el uso del chupete estaba vinculado al acortamiento de la lactancia.
El problema que me encontré es que, los estudios que defendían que no era perjudicial para la lactancia,
como el argentino de SIDS, no llegaban más allá de los tres meses. Un período escaso si tenemos en cuenta que es justo a partir de ese periodo cuando se suelen dar crisis de crecimiento que ponen en jaque la lactancia.
El estudio que más me convenció fué el
estudio publicado por la ONG liga de la leche que sí relacionaba el chupete con inferencias en la lactancia. Me gustó porque llegaba a los 4 meses, periódo crítico en España. Pero, sin embargo, la muestra es escasa frente al anterior, 87 binomios mamá-lactante frente a los 1000 del argentino.
Os parecerá tonta la comparación, pero si hablais con determinados profesionales de la salud, darán más peso a uno que a otro sólo porque la muestra es mayor. Cuando, para mí, es mucho más relevante que uno llegue más lejos que otro.
A mi parecer, de madre ajena a la investigación, el problema de todos los estudios es que tienen que partir de la pregunta fundamental ¿Como usa usted el chupete?. Y, en función de eso, hacer el estudio.
No es lo mismo alguien que utiliza
el chupe para calmar al niño en momentos puntuales. Por ejemplo cuando tiene que ir a por el mayor al cole. Que su uso se traduce en "Hijo mío, en esta casa, a las 9, a las 13, a las 15 y a las 17, tú no tomas teta. Vamos a llevar y recoger a tu hermano. Chupa si quieres, pero no llores".
Que el que
intenta, de primeras, calmar al bebé con el chupete y, si no funciona, ya pensaremos algo. El caso que me hizo investigar empezaron usando el chupete para que la madre pudiera dormir varias horas seguidas por la noche. Luego también venía bien ponérselo para salir a pasear. Para cocinar, en fin, para todo.
¿Por qué es diferente? Por que el bebé es demasiado pequeño para distinguir si su succión instintiva permitirá que acabe mamando. ¿Cuando tiene oportunidad para mamar?
Cuando le dejen. Quizás cada 3 horas.
Quien haya sido padre o madre sabrá que nuestras expectativas de lo que necesitan en cuanto a atención y lactancia suelen distar de las suyas reales.El bebé sólo puede regular la producción de leche succionando o no. Si tiene hambre, necesita succionar para que el cuerpo de su madre se habitue a producir leche a esa hora. Si, automáticamente se le pone el chupete ante un lloro o una sensación de hambre y sólo se espera a que el hambre sea más que evidente conseguiremos un bebé cansado de succionar un plástico que no produce y de llorar.
¿Qué puede ocurrir? Que, al llegar a la teta esté tan cansado que, cuando
por fín le caigan unas gotas se quede dormido. Ante el relax de que ya ha conseguido lo que buscaba. ¿Que puede ocurrir después? Que alguien interprete ¿Ves como no tenía hambre? Dos chupadas y ya se ha cansado. Tenía sueño. Que puede suponer que se refuerce la idea que el bebé no tenía hambre.
Un bebé que no come lo que necesita es un bebé más débil para protestar. No podemos pensar que ya llorará si tiene hambre.
Los bebés del África más desfavorecida no comen lo suficiente y no suelen salir en la tele llorando.
Entonces vamos a la revisión con el bebé llorón y el pediatra nos dice que
no gana peso suficiente y que necesita ayuda. Entonces ya se ha caido en la espiral que hará que la madre no tenga confianza en su leche, que prefiera darle biberón a que su bebé tiene hambre, que, como le da biberón, su cuerpo no se molesta en producir lo que su bebé no toma, ... Vamos el fin de la lactancia.
Por eso hay que elegir el cómo usar el chupete. He visto casos en bebés que aún no habían abierto el ojo y ya les ponían el chupete. Me apostaría mucho a que ese bebé no sabrá vivir sin el chupe en unos meses. Pero no fué él el que lo provocó.
El chupete, que llaman burda imitación del pezón, es eso. Un
úsese en caso de emergencia. Y nunca para la comodidad.
La forma que tiene un bebé de regular su comida en la lactancia es chupando. Pero chupando a alguien que le escuche, como la teta. El chupete hace oídos sordos a sus anhelos.
Desde luego, yo he sido sufridora de ello, que tu bebé necesite chupar tu teta para calmarse, para estar a gusto, para dejar de tener miedo, para dormir, pues es esclavo. Pero temporal. Y, siempre, para emergencias como las que cuento: a tal hora hay que hacer esto, hoy mamá no puede estar, se puede recurrir al chupe. Si tu bebé se deja, claro, y no sale experto lanzador de chupete con caída parabólica. Pero, a cambio, garantizar que, el resto del tiempo, el bebé podrá
hablar con la teta de mamá y contarle sus preferencias nutricionales.