Hace un año todo lo que sabía sobre partos era que éstos eran dolorosísimos, que si había complicaciones se realizaba una cesárea y poco más. Cuando me quedé embarazada empecé a interesarme por el tema de un y descubrí que yo podía decidir sobre el mío y lo que es más importante: que no se trataba de un problema a resolver. Me di cuenta de que mi cuerpo estaba preparado para parir y que llegado el momento no quería intervenciones innecesarias. Lo tenía decidido.
Lo dicho hasta aquí parece una tontería, pero no lo es. A mí me permitió sentirme libre y relajada, ya no tenía pánico al parto. Genial. Me atrevo a decir que lo esperaba con curiosidad y como un pequeño reto. Estaba ilusionada.
A la vez que iba desprendiéndome del miedo, ganaba confianza. Sin embargo una nube enorme empezaba a aparecer en el horizonte: cada vez que intentaba comentar mis inquietudes con el ginecólogo recibía una respuesta que no me tranquilizaba nada en absoluto. Esa toma de contacto, unida a lo que estaba empezando a averiguar acerca de los protocolos que seguían en las dos clínicas en las que era probable que pariera me inquietaba cada vez más.
Llegaron las clases de preparación al parto y eso fue la estocada final. Para ilustrar esto, cuento un par de ejemplos: entre las respiraciones que nos enseñaban había una específica para el momento en el que te ponen la oxitocina. No por si te ponen oxitocina, no. Para cuando te la pongan, sin condiciones, por que todo el mundo sabe que el gotero de oxitocina es “imprescindible” para parir... Cuando alguien preguntó qué era el periné, se le respondió que era el lugar donde se practica la episiotomía. Increíble. Yo quería salir corriendo.
A esas alturas, ya no me sorprendía que quien impartía las clases defendiera esos protocolos, no. Lo que me sorprendía era que a las demás mujeres que asistían no les pareciera tan alucinante como me lo parecía a mí. Y es que estaban encantadas. Incluso una de ellas al ver el vídeo de un parto se ofendió y comentó que ella no quería saber lo que le iba a pasar. Intenté disimular mi cara de asombro, pero no podía creer lo que escuchaba.
Todo esto es para plantear que cuando alguna de nosotras intenta coger las riendas en su embarazo y exigir un parto respetado, en el que decidir qué, quién, cómo y cuándo, no es fácil encontrar profesionales que te respalden. Hoy tengo la triste certeza de que los profesionales de la sanidad privada en Zaragoza, siguen con sus anticuados protocolos por que es lo que las mujeres esperan de ellos (con contadas excepciones). Que el todopoderoso médico decida por ellas y no tener que ejercer lo que no sólo es su derecho, sino también su obligación como madres.
Mi más profundo respeto para todas las madres, que informadas, intentan tener un parto respetado, lo consigan o no. Son unas valientes.
Quiero también agradecer a mi ginecólogo el Dr. Lario, que respetó mis deseos, incluso cuando alguna de mis peticiones no fuera compartida por él. Comprendo su preocupación, y el esfuerzo que supuso para él. Todo esto hace más valiosa su actuación. Gracias.
1 comentario:
Hola Veronica:
Me he sentido muy identificada contigo, ya que, yo tampoco sabia nada de nada hasta que me quedé embarazada y empece a informarme.
Es muy fuerte que futuras mamas no quieran saber sobre su parto, entre otras cosas, creo que es miedo a lo desconocido.
A mi cuando estaba embarazada todo el mundo me decia: "No te preocupes , cuando te pongan la epidural ya no sentiras nada", yo no decia nada por que no me trataran de "loca" pero ¿que pasa si quieres sentir tu parto? ¿que ha pasado? ¿Por que las mamas no quieren sentir algo tan maravilloso como es la vida? ¿porque tienen miedo? ¿porque la epidural la venden como algo milagroso y no cuentan los efectos secundarios que puede tener en la mama y sobretodo el bebe?.
Esta sociedad nos lleva por el camino del miedo y a separarnos de nuestra esencia.
Creo que las mamas deberiamos buscar dentro de nosotras para vencer nuestros miedos y buscar la manera de que los profesionales respeten el parto como lo que es, el acontecimiento más increible y bonito de nuestras vidas.
Celeste
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