viernes, 25 de julio de 2008

El parto de Diego hijo de Susana y Juan Diego

Hola, mi nombre es Susana y el de mi pareja Juan Diego, me gustaría contaros cómo vivimos el nacimiento de nuestro hijo Diego, que vino al mundo el día cinco de junio de este año 2008 a las 16:43 en Hospital Miguel Servet.

Lo primero de todo mostrar mi agradecimiento, no tengo palabras suficientes para agradecer al universo la oportunidad de ser madre, lo más grande que me haya podido ocurrir jamás.

Agradecer a todas personas que se han cruzado en mi camino y han hecho posible que el nacimiento de Diego fuera algo tan especial, personal e intimo, incluso agradecer a aquellas personas que han puesto de alguna manera obstáculos pues ha servido para fortalecer y reafirmar mi postura y que los hechos se hayan desencadenado tal y como han transcurrido.

Por último agradecer la inestimable ayuda, apoyo y cariño de mi pareja que como siempre permaneció a mi lado dispuesto a todo lo que necesitara.

Así pues comienzo mi relato, el día cinco de junio me desperté de madrugada con los típicos ardores que últimamente arrastraba, al ir al baño expulsé el tapón mucoso y me dije, esto marcha. Empecé con el trabajo de dilatación en la habitación de Diego para incentivarme, utilizaba la pelota de gimnasia para realizar ejercicios pélvicos, me ayudaba agarrándome a los barrotes de la cuna de Diego para superar las contracciones, controlando lo que nos habían indicado en las clases de preparación al parto, frecuencia, intensidad y duración todo ello con el control de la respiración y con mucha concentración, utilizaba la música que previamente había escuchado y compartido con Diego durante el embarazo para animarme.

A las 7:15 mi pareja se levantó para ir a trabajar, creí conveniente avisarle de la situación, él no quería marchar pero yo cabezona insistí que había para rato y que ya lo avisaría.

A las 10:15, visita inesperada de mi madre, la verdad es que a pesar de nuestra maravillosa relación, mi deseo era pasar estos momentos en soledad ya que no quería que su preocupación y miedo por mí me pudieran afectar en modo alguno, así que superé una contracción en el baño, atendí sus comentarios de cómo iba a realizar la sabanita y antes de que finalizaran los siete minutos que precedían a la siguiente contracción “la mandé a escaparrar”.

Mi pareja cuya prudencia me supera con creces vino al poco de marchar mi madre y estuvo ayudándome durante toda la mañana controlando los tiempos entre contracciones, secándome el pelo tras la ducha, dándome interminables masajes en la zona lumbar. Hasta que a las 12:30 decidí pasarme al Centro de Salud a que me revisará mi matrona Magdalena Ibarra para ver si ya tenía que marchar para el hospital y vaya si me mandó al hospital, cuando llegué iba con ocho centímetros de dilatación.

Llegamos al hospital Miguel Servet sobre la 13:30. No ingresé en planta me llevaron directamente a zona de paritorios. Me atendieron dos matronas, Belén Sabater y Marta, dos grandes profesionales que además de realizar su trabajo de modo magistral, personalmente me dieron un trato exquisito.

Desde un primer momento me acompañaron en este hermoso viaje del nacimiento de Diego. Era portadora de estreptococo y me tuvieron que poner un gotero de antibiótico nada más llegar para evitar el riesgo de transmitírselo al bebé a través del canal del parto.

Mi espacio estaba limitado por el gotero, pero ellas facilitaron el que yo tuviera un radio de movimiento colocando el gotero de manera que me podía agachar en cuclillas (y ellas agachadas conmigo controlando que todo fuera bien), sentarme en la silla, apoyarme en la cama y hacer ochos con la pelvis, y en la expulsión, en la cama empujando de un lado, empujando del otro, todos aquellos movimientos que me pidiera el cuerpo, y ellas ayudándome en todo momento. Respetaban todos cambios de posición. Me sentí persona, no un número de la seguridad social, sentí que había una conexión, que podía entregarme y confiar en ellas.

Yo les había entregado mi plan de parto, pero todo esto lo realizaron incluso antes de leerlo, cuando vi que lo leía una de ellas dije que no era necesario, pensé que todo estaba transcurriendo como yo deseaba, sin embargo amablemente me dijo que lo iba a leer puesto que lo había llevado. También me preguntaron desde un primer momento si quería la epidural y yo les dije que de momento no, no era cuestión de recharzarla sino de escuchar al cuerpo y actuar en consecuencia.

Hubo una complicación, algo no iba bien con la frecuencia cardiaca de Diego y rápidamente nos llevaron al quirófano, me iban a practicar la cesárea pero la ginecóloga Dra. Hernández que realizaba el seguimiento del parto, lo evitó al indicar que antes de ello me realizaran una prueba de PH, la cual salió bien y de nuevo me llevaron a paritorios, donde seguimos realizando el trabajo del parto.

Mi pareja permanecía a mi lado, los nervios por dentro, callado tal y como le indiqué y agarrándome la mano cuando podía, fue muy valiente porque no nos engañemos, parir es lo más hermoso que pueda haber, pero la casquería ahí está, no apta para todos estómagos.

Llevaba dos horas empujando como una jabata, Diego venía de posterior y tenía la cabeza encajada para arriba. Según me indicó Belén la matrona, lo estaba haciendo muy bien, controlaba muy bien el dolor, empujaba con fuerza, paraba a tiempo, mejor imposible pero la posición de Diego dificultaba enormemente la salida por lo natural, de no ser así ya habría parido hacía una hora según me dijo, también me indicó que se me acababa el tiempo, lo más seguro es que tuvieran que realizarme un parto instrumentalizado por lo que me aconsejaba ponerme la epidural. Escuché su consejo e hice caso a la profesional, lo primero era Diego. Una vez que me pusieron la epidural, descansé un poco, empujé unas cuantas veces más cuando me lo indicaban puesto que ya no notaba nada, echando el resto para evitar el parto instrumental pero no pudo ser. Me llevaron a quirófano, había mucho jaleo y mucha gente, yo iba como dopada entre las hormonas segregadas y la epidural, recuerdo el gran foco encima de mi cabeza que me recordaba a Estudio 54.

El Dr. Rodrigo realizó la episiotomía y procedió con la ventosa . Para mí fue visto y no visto, a lo que me di cuenta vi a Diego y como le cortaban el cordón.

Me lo dejaron tener un poquito y yo no hacía más que dedicarle palabras de amor. Después se lo llevaron y me empezaron a coser, al rato me pusieron una sábana verde delante para que no viera, pero yo hacía rato que controlaba todo a través del reflejo del foco de encima, parecía que estuviera viendo una película, no notaba nada. Mi pareja esperaba fuera, durante todo el tiempo lo mantuvieron informado y todos fueron muy amables con él. Cuando todo acabó avisó a nuestros padres y hermanos, a los cuales no habíamos dicho nada para evitarles el rato de nervios y de espera.

Lo peor, el rato de recuperación en la sala, no veía el momento de tener a Diego en mis brazos y de darle el pecho, sabía que el tiempo transcurrido debía de ser mínimo para fomentar la lactancia materna.

Tardaron como dos horas y media hasta que me subieron a planta, justificado, porque iban a tope de trabajo los camilleros, pero a mí se me hizo eterno.

Luego ya con él en brazos, directo al pecho, todo era felicidad. El padre no cabía de gozo y los abuelos y tíos que llegaron casi a la vez que subieron a Diego estaban muy contentos.

Para mí fue como tener dos partos en uno, el natural con la maravillosa sensación de ser partícipe en el nacimiento de Diego, con el dolor de las contracciones, las ganas casi irrefrenables de empujar etc… y otro instrumental con la inclusión de la epidural.

Tanto en uno como en otro disfruté plenamente de todas sensaciones con lo bueno y con lo menos bueno, dejándome llevar según el momento, escuchando a mi cuerpo y al de Diego. Una experiencia inolvidable. Sin duda el mejor día de nuestras vidas, tanto de Juan Diego como mío.

Por último de nuevo agradecer a todos los mencionados, Magdalena Ibarra (por sus clases de preparación al parto y su atención) , Belén, Marta, Dr. Rodrigo, Dra. Hernández y todo el personal incluidos los de planta por su profesionalidad y por el trato personal recibido.

Agradecer también a la matrona Mª Ángeles Checa sus clases de preparación al parto que tanto me han enseñado e incentivado, el nombre le viene al pelo porque es un ángel y a Eva de monitores, matrona del Lozano Blesa . A mis profesores de yoga Gemma Vidal y Juanjo por adaptar las clases para mi embarazo. Y por último a Mariví y Enric Corbera por ayudarme en mi despertar. Gracias a todos. Gracias Diego.

2 comentarios:

Lorién dijo...

Bueno, bueno, Susana, en primer lugar enhorabuena, por tu vivencia, por tu responsabilidad y por escuchar tu cuerpo y al bebe (digna alumna de Gemma y Juanjo, de los que tengo el honor de ser alumno y amigo).

Parece que topaste con dos Matronas autenticas y esto me alegra muchisimo. Quiero resaltar tu actitud y el hecho de que una persona consciente e informada, como tu, dificilmente tendrá una mala vivencia de un parto, aun cuando acabara en un instrumental. Es lo que tiene ser consciente y estar informado (compartimos matrona de preparación al parto Mª Angeles y es realmente un angel)

No obstante quiero hacer alguna critica al proceso(por lo que me dirigire a los responsables medicos y al hospital), que me parece que tuvo puntos muy buenos (las matronas, la prueba de ph antes que una cesarea..a pesar de lo que implica la prueba).

Voy ha ello:
Primero: Señores doctores, ¿tanto esfuerzo es permitir al padre pasar al quirofano para apoyar a la mujer?

Si un padre manifiesta (especialmente por escrito en un plan de parto)su intención de colaborar pasivamente ¿por que no?
La madre lo necesita, quiza no sea vital, pero mejora muchisimo la experiencia de la madre.

Segundo: Me ha parecido entender que cortaron enseguida el cordón. ¿Tanto cuesta esperar a que deje de latir?

Tercero: Segun el relato, el niño estaba bién y anuque entiendo la necesidad de las pruebas despues de un instrumental y de las circunstancias anteriores ¿por que no hacerlo sobre el vientre de la madre? ¿Porque separalos? ¿Tan dificil es esto para Vdes.?

Cuarto: Me chirria la expresión "me lo dejaron tener un poquito" Una madre jamas deberia decir esto, ¡¡es su hijo!!.

Quinto: ¿que es eso de "se me acababa el tiempo"?... ¡¡pues den más tiempo!!, quiza asi, ni ventosa, ni epidural, ni episio, ni separación madre hijo. Eso no puede ser una cuestión de cronometro.

Si no he entendido ¿¿¡¡más 2 horas y media de separación madre/hijo¡¡?? ¡¡Creia que querian la acreditación de Hospital Amigo de los niños¡¡

En cualquier caso creo que estas criticas atacan más a una forma "automatizada" de entender un proceso que afortuandamente esta cambiando y lo veo en la actitud que cuentas de los profesionales.

Creo que conforme añadan más conciencia sobre las implicaciones iran introduciendo estos cambios.

Gracias Susana, por contar tu parto, por tu viviencia y por permitir mis criticas (dirigidas al proceso, no a las personas concretas que atendieron tu parto, que como he visto lo hicieron muy bien).

Anónimo dijo...

Enhorabuena Susana,

Diego va a tener unos grandes papás!


Tina