domingo, 2 de agosto de 2009

Feminidad, feminismo, maternidad, maternalismo

Hace un tiempo me ví obligada a separarme de mi niño una noche por un acto social. El tal acto social era una noche de juerga con mis amigas con motivo de la boda de una. Y yo iba cual alma en pena porque no quería ir y me dedicaba a proponer planes alternativos que no supusieran pasar la noche fuera de casa.

Comentándolo con un grupo de amigos una de mis frases fué "Jó! es que no entienden que no puedo dejar a mi hijo sólo". Automáticamente una de ellas, completamente perpleja por mi pena, dijo "Hombre, no lo dejas sólo, para algo está la pareja, ¿no?"

Me tuve que callar y morderme la lengua con mi habitual satírica que le habría dicho "Claro, como tú eres lesbiana, siempre que salís una, los niños se quedan con la madre" ;-)

A alguien cuya vida ha estado plagada de reinvindicaciones, que aún tiene que vivir ciertas parcelas de su vida en el armario, que lucha continuamente por la igualdad, se le caen los esquemas cuando llegamos las extraterrestres y reivindicamos justamente lo contrario: "Queremos quedarnos en casa a cuidar de nuestros bebés".

Lo reconozco, mi vida cambió cuanto tuve a mi hijo. Igual empezó a cambiar después de embarazada, cuando tuve más acceso a la información. Pero mi visión de que un hijo no tenía por qué cambiar la vida ahí estaba. Ahora creo que no, que no ha cambiado mi vida, sólo que han entrado valores más fuertes.

Por supuesto que habrá un momento de mi vida que me pelearé con mi marido por repartirnos equitativamente las tutorías del niño. O por disponer de la posibilidad de hacer viajes de trabajo. Pero ahora no. Ahora mi hijo me necesita más a mí que a él. Mi carrera profesional me importa de la misma forma que antes: priorizo sobre mis responsabilidades. Y ahora tengo una, muy grande, que lo ocupa todo. Y debo dejar lo demás para más adelante.

Antes de quedarme embarazada he salido, bailado y pendoneado todo lo que me ha dado la gana y más. Quizás por eso no lo hecho de menos, ni creo que sea vital ahora. Sé que cuando pueda volver a hacerlo, lo haré y lo disfrutaré. Ahora me apetecen otras cosas. Necesito otras cosas.

Antes de tener a mi bebé proponía planes a mis amigas para irnos una semanita cuando mi pequeñajo tuviera 18 meses. Cuando llegó el momento me dije a mí misma que si estaba borracha! ¿Por qué pensaba que con 18 meses un niño está estupendamente sin su madre? Porque ese es el mensaje que nos llega desde la sociedad.

Reconozco que el que se despierte cada dos horas y siga tomando teta influyen mucho en que yo esté con él por las noches y no quiera dejarlo . Así que no sé si, si se hubiera destetado y durmiera de tirón, serían las cosas diferentes.

Por supuesto, si yo no estoy, claro que confío en que mi pareja lo va a atender como yo (de hecho tuve que claudicar e ir, y él se quedó con el pedugo). Pero sólo si existe esa necesidad (que tampoco era tal).

La realidad es que mi hijo me llama a mí por las noches, que yo tengo teta y él no. Y que yo le aporto cosas que él no. Y, por supuesto, el nos aporta cosas a los dos, que ni mi niño ni yo tendríamos si no estuviera él.


No tengo ni idea si los vínculos son así en las familias de gays y lesbianas. Ninguno de los que conozco me han dado pie para que pueda consultar estas cosas. Tan sólo hemos hablado de si también se discute por dejar los calcetines sucios en el suelo y me han dicho que sí ;-).

Tampoco sé si tiene que ver con que esta amiga tuvo a sus niños en edades más avanzadas (tenían 4 o 5 años). Yo siempre digo que me ruborizo de mis opiniones y pensamientos cuando no tenía hijos, y quizás pase lo mismo cuando sí los tienes, pero no los has tratado desde bebés. Lo mismo le dicen a una familiar mia que estuvo muchos años sabiendo exactamente cómo se debía educar a un hijo, hasta que adoptó a uno. Ahora le dicen que deje de opinar cómo tratar a los nietos, hasta que tenga uno ;-)

Sí, reconozco que tiene delito que durante años haya mujeres que hasta hayan dado su vida para luchar por derechos que yo ahora no ejerzo. Pero es que así tiene que ser, tienes el derecho. Si quieres lo ejerces y si no, no. Pero claro, también entiendo que es demasiado pronto. Que aún hay mucho que reivindicar, que hay mucho que militar. Pero lo siento, mi hijo, me necesita así ahora.

Recuerdo que cuando esta amiga me habló así, mi mente se fué al "tu también, hijo mío". Estaba hablando y me sentía en un corrillo de confianza, no tenía a nadie que me iba a criticar la teta, nadie que me iba a criticar por coger a mi hijo en brazos, estaba completamente relajada. Y plaf! resulta que se me abría otro frente! Como podía ser que no quisiera irme de parranda por ahí!!!

Ya digo que entiendo completamente su pensamiento. Y lo respeto. Y me ha hecho reflexionar mucho desde que me lo dijo.

No me gustó que tratara mi maternidad como un maternalismo exagerado. Que me hiciera sentirme como las marujas que tanto hemos criticado cuya vida consiste en una abnegación ridícula que les lleva a portarse como sirvientas de otra época. Aquellas que dicen "No puedo salir que a mi Paco le gusta tener la comida caliente cuando llega".

Creo que no es mi caso. Pero ya digo que ni siquiera soy tajante. Ya fuí tajante antes de ser madre ;-) Creo que no. Que mi niño me sigue necesitando, pero cada vez menos. Y cada vez se aleja un poquito más y yo gozo de más autonomía. Pero no, los bebés no pueden aparcarse y parecen tener un vínculo especial con uno de sus cuidadores que hace que no de igual con quien se quedan. Al menos cuando son tan pequeños.

No digo que sólo sea por la teta. Pues tengo amigas que han dado biberón desde el primer día y veo el mismo vínculo y la misma forma de crianza y compartirmos la misma opinión.

Lamentablemente, no puedo preguntarle a mi amiga lesbiana determinadas cosas sobre su maternidad. Ella tiene cerradas ciertas puertas y no seré yo quien intente abrirlas. Además veo su continuo esfuerzo en su militancia y sé que hay cosas que no se puede permitir.

Pero sí, veo que ahora tendremos un nuevo frente. Ahora que podemos disfrutar equitativamente la ridícula baja de maternidad, ahora que los hemos convencido de que se levanten a dar el biberón, ahora que pensamos que los dos lo hacemos igual, llegamos y les decimos "quita que quiere teta", "¿Como que repartimos la baja? De eso nada", "Quita que ya voy yo" ;-)

Y es que yo ya no creo en la igualdad. No, no somos iguales. Eso sí, quiero que tengamos las mismas oportunidades. Si yo decido optar a un puesto de trabajo que no sea mi maternidad quien me elimine.

En fin, que como a todas las personas desde que la humanidad existe, Hay que ver que tiempos más difíciles nos han tocado vivir!

5 comentarios:

Ileana Medina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ileana Medina dijo...

Uysss.. me encanta este tema!!! :-)

Yo también pienso que no somos iguales.

Los primeros feminismos lucharon por la igualdad. Y fue bueno que así fuera, porque era el único modo de que las mujeres pudiéramos salir de la reclusión en el mundo doméstico.

Incluso la sociología incorporó el controvertido concepto de "género", para dejar claro el papel social y cultural en la construcción de la sexualidad. Este concepto ha sido muy útil para defender también la legitimidad de la homosexualidad.

Hasta ahí todo muy bien.
Pero falta otra vuelta de tuerca.

Las primeras feministas, el feminismo tradicional, el de los años 60 y 70, que probablemente además es el que predomina todavía hoy en las instituciones públicas tipos Secretarías de Igualdad , Institutos de la Mujer, Observatorio de la Mujer, y cosas así...probablemente también en el mundo académico, era el feminismo de la "igualdad", el de borrar las diferencias.

Yo creo que esos primeros feminismos solo son un primer paso, en el sentido de que lo que reinvidican es la completa integración de la mujer al mundo masculino-productivo-racional (desde ese sentido puede incluso interpretarse como la absorbción total de la mujer por el mundo masculino).

Y me parece un paso imprescindible, las mujeres teníamos que incorporarnos al sistema productivo-laboral, por supuesto, porque solo dentro de él podemos luchar por cambiarlo.

Pero a partir precisamente de la posmodernidad (digamos años 90 del siglo pasado) creo que empieza a producirse un viraje en la balanza. Hay muchas mujeres que reivindican hoy los arquetipos tradicionales de la femineidad (la crianza, la maternidad, las emociones, el trabajo en red....) pero por supuesto desde dentro del sistema productivo-racional. Diría que feminismo del verdadero. Del que reivindica la esencia de "lo femenino". También algunas de las ideas asociadas al ecofeminismo (aunque no he leído mucho) van por ese mismo camino, la mujer como cuidadora de las crías y de la naturaleza.

Autoras como Laura Gutman o Casilda Rodrigañez son sin dudas feministas. Feministas de la diferencia, que bajo mi punto de vista, es el feminismo verdaderamente revolucionario.

Digamos que básicamente hay dos tipos de feminismos: los que defienden que el binomio naturaleza-cultura y mujer-hombre son falsos (feminismos de la igualdad), y los que defienden los arquetipos de la femineidad asociados a la naturaleza, la crianza, lo íntimo, lo emocional, lo fusionado, lo holístico... frente a la masculinidad asociada a la cultura, la racionalidad, la lógica, la productividad, la competitividad, la agresividad.. (feminismo de la diferencia). Ambos polos serían igualmente valiosos, aunque distintos y complementarios.

Yo soy de las segundas. Que creo que también tiene que ver con la comprensión de las filosofías asiáticas del yin y el yang, de los opuestos. En la integración y no en la negación de esas diferencias estaría el equilibrio personal y social.

Por supuesto que las mujeres podemos ser lógicas, racionales y productivas, pero a la vez los hombres tienen que ser también más emocionales, domésticos y multifacéticos (de hecho en el mundo empresarial en los últimos años también hace furor la inteligencia emocional). Se trataría de la integración de ambos polos, que la civilización occidental se ha erigido sobre solo uno de los dos.

Por supuesto que esa integración ha de producirse tanto en hombres como en mujeres, en homosexuales como en heterosexuales. La "femineidad" no es un patrimonio de las mujeres ni la "masculinidad" un patrimonio de los hombres.

Pero hay algo que de pronto se hace evidente en la crianza: solo unas tenemos úteros y pechos, imprescindibles para gestar y para amamantar al bebé. Y el bebé necesita ese cuerpo materno, antes y durante varios años después del nacimiento.

Un placer encontrarme con tu blog, y seguir descubriendo esta red de madres blogueras identificadas con la femineidad, la crianza y la naturaleza.

Un abrazo!!!

http://www.tenemostetas.com

Estefania dijo...

Interesantísimo comentario Ileana!
El problema es saber dónde nos encontramos.
A nivel humano está claro que empieza a imponerse este feminismo que respeta la feminiidad. Pero, a nivel social, ¿estamos preparados ya para introducirlo?

Patricia dijo...

Lo que cuentas me pasa a mí también. Me ha cambiado tanto la manera de pensar desde que soy madre! Antes pensaba en volver la trabajo enseguida, en dejar el niño en la guardería o con quien fuera... y resulta que llevo 9 meses sin pisar el curro y no me gusta que los yayos lo saquen a pasear sin mí! ¡Quién me lo iba a decir!
Un saludo

Gabriela dijo...

Primera vez que te leo pero me senti muy identificada....desde que soy madre me di cuenta que no somos iguales. Sigo creyendo que merecemos el mismo respeto y oportunidades que los hombres, pero definitivamente no somos iguales.