domingo, 4 de enero de 2009

El parto, la epidural y el dolor (II). Mi experiencia

Al hilo del postEl parto, la epidural y el dolor os voy a contar mi experiencia.

Sólo he dado a luz una vez. Y además sólo soy una persona de todo el mundo. Y cada una somos un mundo, pero os voy a contar mi impresión.

La menstruación a unas nos duele y a otras no. Unas se pasan 3 días en la cama y otras ni se enteran. Por el medio anda la mayoría que, en algún momento se toma algún analgésico, usa bolsa de agua caliente, etc…

Sospecho que en el parto es lo mismo. Hay quien ha dilatado 4 cm y no se ha enterado. Sin embargo yo, cuando tenía 1 cm de dilatación creía que se me iba a caer el niño (también es verdad que llevaba unas cuantas horas con la bolsa rota y estaba muy pendiente)

El dolor era soportable. Pero tuve momentos malos. Cuando me dejaron tumbada para el test basal no lo pasé bien. En casa, sentada en mi pelota, era muchísimo más llevable. Incluso esperando en la sala de urgencias me agarraba a la puerta, cogía una manilla con cada mano y me balanceaba, cerraba los ojos y pensaba en mis cosas. (Qué número debía ser) Pero bueno, aunque digo que hubo momentos malos. Estamos hablando de una intensidad de dolor como de un retorzijón muy fuerte muy fuerte. Lo que digo, soportable. Aunque, por supuesto, evitable de no haber estado tumbada y quieta.

Ahí fue cuando me dijeron: “Un centímetro, guapita! A planta ingresada”. Y yo: “queeee? Si lo voy a tener aquí mismo!” jajajajajjajaja

El subirme a planta no estuvo mal. Allí yo paseaba mucho, tenía mucho frío no sé por qué. Andaba con el abrigo puesto encima del camisón. El problema era que compartías habitación y que a mi marido no le dejaban estar conmigo. Pero bueno.

Cuando me llevaron a dilatación (estaría de 3 o 4 cm) y me bajaron tumbada en la camilla fue lo peor. En la contracción que me vino entonces me dí la vuelta cual gato y me puse a cuatro patas en la camilla. El pobre celador me decía “Te vas a caer!!” Y yo ya le dije “Sí, pero me dolerá menos” (jajajajajaja)

Sí que hubo un momento que las contracciones fueron aumentando de intensidad y, en aquel momento, pensé que no iba a tener fuerzas para aguantar. La sensación era de cansancio. De que sí, que aguantaba otra contracción mas, pero no sabía cuantas más. Entonces pedí la epidural y firmé el papel.

Apareció el anestesista, Chema Remartinez, al que le envío nuevamente mi agradecimiento, y me dijo lo siguiente: “Has presentado un plan de parto, que habrás estado pensando y redactando en tu casa tranquilamente durante varias semanas. Ahora, en menos de media hora has cambiado de opinión y has firmado un papel que ni siquiera has leido. ¿de verdad quieres la epidural?

Entonces se lo dije: “No quiero la epidural, pero si tengo que estar así muchas horas creo que no voy a tener fuerzas para aguantar.
El me preguntó que qué quería entonces y le dije “Déjame que aguante un poquito más y te vuelvo a avisar”.

Total que esa intensidad tan fuerte ya no volvió. Entonces recordé la preparación al parto en Aldama. En una clase de respiración comentaba la profe “Cuando te viene una de esas contracciones puñeteras, esta respiración quizás vaya mejor” (Ella no dijo puñeteras) O sea, que había contracciones más o menos fuertes. Y las fuertes eran así. No es que siempre fueran en aumento la intensidad.

El volvió. No sé en cuanto tiempo. Y me preguntó. Entonces le dije que, (otra vez) de momento no.

Hubo otro rato que yo recuerdo en el que Lorena, la estupenda matrona que me atendió, me hablaba. Y esperaba a hacerlo entre contracciones. Pero yo me quedaba completamente dormida. Cuando me despertaba veía que me hablaba y yo le decía "Lo siento, me he quedado dormida, no he podido oirte". En ese momento yo pensaba que estaba agotada y por eso ocurría. Ahora, gracias al post de Sergio, ya sé que es bastante más habitual de lo que yo pensaba.

Por no alargarme mucho. ¿Cuando decía que pedí la epidural porque creía que no iba a tener fuerzas? ¿A las 11 de la mañana? Pues si os digo que a las 9 de la noche estaba discutiendo con el ginecólogo porque me decía que me iba a hacer una cesárea os hareis idea de que en realidad, sí tuve fuerzas. ;-)

A partir de las 6 o las 7 de la tarde se empezó a poner muy nervioso el ginecólogo. Me faltaba muy poquito para la dilatación completa, pero no terminaba de hacerla. Al que,por cierto, yo no recuerdo gratamente porque sus modales, su forma de dirigirse a mi y su forma de tratarme no me parecían los procedentes. Ni en esa situación ni en ninguna. Mantengo que hasta que no tenga una conversación con el Dr Pérez no puedo censurar tajantemente su actuación, aunque dudo ya que jamás la tengamos. Necesitaría que me explicara su forma de tratarme, su empeño en hacerme una episiotomia cuando otra doctora consideraba que no era necesaria, su empeño en justificar una cesárea en relación a su turno de cena, etc...

El caso es que este doctor me dijo que, o me ponía oxitocina y epidural o me pasaba al quirófano a una cesárea. No me quedó más remedio que aceptar la epidural. Tengo que aplaudir al personal que luego me animó a no ponerme la epidural y seguir con mi propósito pero no me sentí fuerte para soportar la oxitocina sintética. Oxitocina que, por cierto, puede que tuviera que ver con que, a partir de su inyección, mis contracciones se detuvieran. Aunque el Doctor Pérez le gritaba a la persona que estaba al tanto de mi gotero que no me estaba administrando lo suficiente. (Ella le respondía algo así como "está a 36", pero no llegué a averiguar qué significaba). Desde luego este doctor como compañero de equipo tiene unos cuantos cursos de mejora personal a los que apuntarse, por cierto.

El caso es que, de lo que sí os puedo hablar es de la diferencia de sensaciones entre el empujar sin epidural y con epidural. Cuando me la pusieron estaba ya de dilatación completa y en fase de expulsivo. Sin epidural mi cuerpo "se ondulaba". Yo notaba que empezaba a empujar desde el diafragma y luego se combaba como una ola hacia adelante y luego hacia atrás según bajaba. Todas estas sensaciones puede que sean muy subjetivas y nada realistas, pero os hablo de mis sensaciones.

Con la epidural es verdad que no había dolor. Pero también me resultaba mi cuerpo ajeno. El empujar en ese caso era bastante unidireccional. Era una línea recta, nada de ondulaciones. Y lo que yo podía sentir como una contracción, señal que necesitaba para empujar era una leve rallada, que no sabía si subía o bajaba. (Las ganas de empujar cuando la contracción aumenta son diferentes que cuando disminuye, aunque ya no me acuerdo lo suficiente como para detallarlo mejor).

Mi parto acabó bien, el niño salió muy bien. Nada más colocarle la ventosa se giró y salió. No estuvo expuesto mucho rato a la epidural, calculo que pasó media hora o un poco más, así que no salió atontadillo. Y tampoco me tuvo que hacer cesárea el doctor, tampoco sé si pudo cenar, por cierto. En cuanto terminaron de coserme mi discutida episiotomía pude estar con él. Y la lactancia empezó al instante. No puedo saber si la decisión de la epidural fué acertada o no. No tengo certeza sobre si haber esperado un poco y haber dejado a la naturaleza habría sido mejor. Mi parto fué así y no podemos saber como hubiera sido en otra circunstancia.

Solo sé una cosa. El dolor es SOPORTABLE. Las sensaciones inigualables. El chute hormonal que tuve después era escandaloso. Mi vínculo con el bebé era más animal que racional.

Así que, como decía en otro post, os animo a que os dejeis sentir. Que llegueis al parto y probeis. Probeis hasta dónde podeis. Que escucheis a vuestro cuerpo, que os permitais cambiar de opinión, incluso dudar. Que merece la pena pasar por esas sensaciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mucha gracias por tus ánimos creo que tus palabras son justo lo que necesitamos escuchar las primerizas...para atrevernos a seguir nuestros instintos y no dejarnos llevar por la lotería del personal que nos toque ese día para llevarnos una no muy buena experiencia...