Leo este articulo, y de entrada, me resulta discriminatorio, ¡¡¿y la paternidad "encimononica"?!!, ¡¡¡ yo también soy pro-lactancia, defensor de los productos biológicos, y de la educación activa !!!.
No solo es cosa de mujeres. (bueno dar teta yo, de momento, no puedo, aunque se sepa que esto es posible también en los hombres y haya casos documentados)
Pero precisamente estas opciones no me convierte en alguien que esta encima, por que precisamente esta linea filosófica contiene cosas como el respeto a los procesos del niño y a no sobre-protegerlo para que pueda experimentar la vida por si mismo en vez de ser dirigido
continuamente, como hace la sociedad, ya no "encimononica" si no "machacononica" que machaca al niño, un y otra vez, no dejandole espacio para elaborar e integrar experiencias. Si, es curioso.
Y además parece que hemos pasado del estar encima de los niños, a estar encima solo de nosotros mismos, relegando y confinando a los niños a espacios cerrados, con terceras personas, durante largas horas.
¡¡ Incluso los colegios han de abrir en navidad para que los padres y madres puedan ir a trabajar !! convirtiendo un aspecto importante de la vida el trabajo, (pero ojo, solo uno de tantos, no el único) en el centro de nuestra vida, ¡por delante de nuestros hijos!, a pesar nuestro ,que quisiéramos poder hacer las cosas de otra manera y no nos quieren dejar (¿democracia?).
No destaca esta sociedad por estar encima de los niños, si no por estar encima del trabajo, o más bien debajo, machacados, tanto que machacamos a los niños con el trabajo equivalente, por supervivencia. El que lo haga por convicción, sabrá. Pensándolo bien si estamos encima de ellos, no "encima" sino ENCIMA, con todo su peso.
Más me parece que muchas y muchos estamos buscando un equilibrio adecuado para todos, padres, madres, niños, niñas, trabajo, ocio, familia (cuantos aspectos para priorizar uno solo, se llame trabajo o hijos). Pero de momento aunque sea por compensación y por ser los incios de una emergente vida, y por ser los inicios de una paternidad (en mi caso) todavía nueva (3 años, si y también de lactancia), prefiero centrarme ahora en él, y "descuidar" un poquito algunas cosas, a los que volveré mi atención en el futuro.
Porque la igualdad entendida como identidad matemática, por inalcanzable, solo genera frustración. Podemos ser iguales hoy al 20-80, y mañana al 70-30, incluso al 10-90 y el año que viene al 100-10. Porque no dedicarnos al 90 a nuestro hijos un añito, y después vamos re equilibrando al ritmo apropiado. Mi hijo con 3 años ya no quiere tanta atención, quiere ir a su bola, ¿me tiene que parecer mal?, a pasado de pedirme un 80 a pedirme un 60, y eso
disminuye con el tiempo, aunque tenga sus regresiones naturales, y sus momentos de dame 100. Como para no disfrutarlo, yo , sino al 100 al menos al 90%. Luego se irá y vivirá su vida, y en algún momento se volcara en la de sus hijos, para entonces espero no darle lecciones; de hecho intento no dárselas desde ya.
Mucho me temo que quien ataca a tendencias, tiene culpas en si mismo, en si misma, a las que prestar atención. Quizá prefieran perdonarse, que proyectar sus propios sentimientos de culpa de forma agresiva a las demás personas que piensan distinto. Y posiblemente la frustración de no llegar a todo, de no poder darle "lo mejor". En mi caso comida ecológica, en el suyo quizá ¿juguetes? ¿consolas? (me parece bien, todo son opciones, y cada cual prioriza)
Oiga, yo compro comida ecológica, evito la tele, y las chucherías, pero cuando llega el momento de que mi hijo me pide un caramelo o ver la tele, dejo que tenga la experiencia (haciendo de tripas corazón, soy humano y no me gusta que lo haga, y a veces hasta me cuesta hacer la concesión e intento "engañarle").
Soy plenamente consciente de que su vida es suya, y mi papel es darle la mayor felicidad posible en su primera etapa (otros prefieren un modelo de castigos), permitiendo que busque la suya propia conforme llegan los momentos, que experimente, pruebe, elija.
Algunos prefieren educarlos rectos, ponerles una guía, un tutor para que crezcan siguiendo su recto camino. Usan muchos limites, castigos, etc. Yo prefiero ver esa guia, ese tutor no como imposiciones, recetas, o limites, si no como referencia, como ejemplo. Y la clave es ser consciente de que la guía, el tutor en quien se enreda la planta (nuestro hijo) somo nosotros.
Nuestro ejemplo les guía, hacen lo que ven en nosotros, nos copian, somos u referente. Nos son nuestras palabras ni nuestras lecciones, somos nosotros, nuestros gritos, nuestros enfados, nuestro decirles lo que esta bien y lo que no, nuestros castigos.
Y la clave de la clave es que somos tutores, guías, no rectos y perfectos, sino algo torcidos, con nudos, y aveces nos inclinamos y caemos. Valiosa lección para la planta, que cae con su tutor real, pero se ve recolocada por nuestra voluntad de levantarnos, que hace suya.
Porque no existen las madres y padres perfectos. Pero en esto consiste la perfección de la vida, en no aspirar a ella.
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