miércoles, 10 de marzo de 2010

El dolor social

Continuando con el tema del dolor quería añadir algo más.

No hay que olvidar la importancia cultural que se le da al dolor. Vivimos en una sociedad que rechaza el dolor, de cualquier tipo. Además, muchas mujeres hemos perdido la capacidad de escuchar nuestros cuerpos, las señales que nos dan, los mensajes que mandan constantemente. Esto se traduce en niñ@s que crecen temiendo el dolor, adolescentes que viven con trauma y asco sus menstruaciones (“qué putada, tía, me ha venido la regla”), mujeres que no perciben los cambios en sus cuerpos según sus ciclos menstruales, embarazadas que viven como patológicas las modificaciones de su cuerpo que se adapta para albergar un proyecto de vida y que tienen miedo al parto: miedo al dolor y a que algo “vaya mal”

Hasta que la sociedad no viva estos procesos como saludables, será imposible que las mujeres disfrutemos de nuestros cambios, nuestras menstruaciones, gestaciones y nuestros partos. Entiendo que es difícil “vivir como saludable y disfrutar” cuando te está doliendo algo, yo confieso que he medicado mis reglas y pedí epidural en mi primer parto, así que lo entiendo. Pero también sé, porque también lo he vivido que (exceptuando patologías) parte de esa sensación dolorosa no la tenemos en la pelvis, si no en la cabeza, es decir, la percepción del dolor depende de nuestra actitud hacia él. Si asumimos ese dolor como malo, evitable, algo fastidioso y carente de sentido, probablemente dolerá más.

Realmente, creo que no se sabe el por qué del dolor en el parto. Es cierto que hay culturas en las que las mujeres no perciben las contracciones como dolorosas, de hecho, todos conocemos a alguna mujer que “casi no se enteró” de las contracciones. Hay autores (Merelo-Barberá, Casilda Rodrigáñez) que explican que las mujeres occidentales tenemos los úteros espásticos y en vez de contraerse, sufren calambres que duelen. Y que esto es así, en parte, porque pasamos mucho tiempo sentadas en sillas y hemos perdido las danzas femeninas ancestrales es las que los movimientos pélvicos favorecían que los úteros se mantuvieran libres y móviles.

En cualquier caso, salvo algunas excepciones, lo habitual hoy en día es que los partos sean dolorosos, no sabemos la finalidad del dolor, pero ahí está… o igual sí que la sabemos: si hay dolor se producen endorfinas, si nosotras tenemos endorfinas, nuestro bebé también las tiene… tal vez su nacimiento sea más agradable bañado en esas endorfinas. No sé.

Pero bueno, al margen de ello, nuestra vivencia será muy distinta si conocemos la fisiología del parto (qué es un parto, cómo funciona, qué hormonas lo favorecen y cuáles no, qué aspectos facilitan y hacen más seguro ese parto y cómo conseguirlos), si asumimos como normal y saludable ese proceso (en vez de pensar que el parto es algo peligrosísimo), que estamos plenamente capacitadas para parir, ya que somos mamíferas y que, el dolor, está ahí, pero que no manifiesta nada malo o patológico.

Esto es lo que escribí en una ocasión, basándome en Laura Gutman.

DOLOR Y SUFRIMIENTO

En un parto, dolor y sufrimiento no son lo mismo. Se puede tener un parto muy doloroso sin sufrir, y se puede vivir un parto sin dolor (con epidural) sintiendo gran sufrimiento.


Mi primer parto fue muy medicalizado y totalmente protocolizado, tuve epidural, así que poco tiempo de dolor. Pero sí hubo sufrimiento. Durante el parto, porque al poco de ponerme la epidural, mi hija entró en bradicardia y todo pitaba y todo el mundo gritaba: me hice a la idea de que mi hija nacería con problemas neurológicos. Y, sobre todo, al tiempo, a los meses: cuando descubrí cómo había sido mi parto y qué traumático el nacimiento de mi hija.

Mi segundo parto fue natural, es decir, normal. Muy intenso, muy doloroso en momentos, pero ya está, doloroso. En ningún instante hubo sufrimiento. Recuerdo que durante el expulsivo que fue muy largo, entre contracciones decía: “Duele mucho, pero no os preocupéis, no estoy sufriendo!” y hasta nos reíamos.

Una mujer sufre en un parto cuando tiene miedo, cuando nadie le informa de lo que ocurre o de lo que le van a hacer, cuando se siente sola aunque esté rodeada de gente, cuando vive el proceso de parto como algo peligroso y piensa que el dolor es malo. Ese sufrimiento se queda grabado en la cabeza para siempre.

Cuando una mujer (y la sociedad) entiende que el parto es sano y fácil, porque las mujeres somos tremendamente poderosas en esos momentos, cuando conoce su fisiología y lo asume con total normalidad… el dolor se queda en eso, en simple dolor físico, que cesa tras el parto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias Amanda
Gracias a tu post he podido explicarle a mi padre por qué un parto no duele.
Se impresionó mucho al ver mi cara cuando me puse de parto y ahora tiene terror de que una mujer se ponga de parto ;-)

Eva dijo...

Estupendo articulo!
Muchas mujeres se sorprenden al darse cuenta de que estan casi en dilatacion total, porque no han sentido dolor previo, y es cuando se acercan al hospital cuando empiezan a sentir dolor. Yo creo que se debe al miedo y/o inseguirdad del que pasara.

Armandilio dijo...

Me llevo esta entrada al resumen de blogs que publicaré hoy miércoles.